Todos enfrentamos situaciones que nos producen temor. El miedo o temor puede ser una respuesta muy natural a una situación que represente algun tipo de peligro o daño para nosotros. Nuestros cuerpos reaccionan instintivamente alistándose para pelear o para escapar. David también experimentó temor.
1 "Escucha, oh Dios, mi oración, Y no te escondas de mi súplica. 2 Está atento, y respóndeme; Clamo en mi oración, y me conmuevo, 3 A causa de la voz del enemigo, Por la opresión del impío; Porque sobre mí echaron iniquidad, Y con furor me persiguen. 4 Mi corazón está dolorido dentro de mí, Y terrores de muerte sobre mí han caído. 5 Temor y temblor vinieron sobre mí, Y terror me ha cubierto.... 22 Echa sobre Jehová tu carga, y él te sustentará; No dejará para siempre caído al justo. 23 Mas tú, oh Dios, harás descender aquéllos al pozo de perdición. Los hombres sanguinarios y engañadores no llegarán a la mitad de sus días; Pero yo en ti confiaré. (Salmo 55:1-5, 22-23)
David enfrentó su temor y aprendió a superarlo, y ahora sirve de guía a todos los líderes-siervos en su propio peregrinaje con el miedo.
El miedo debe ser reconocido. David reconocía su emoción: “Temor y temblor vinieron sobre mí, Y terror me ha cubierto”. Los enemigos de David estaban hablando contra él y amenazándolo continuamente. La respuesta natural es tener miedo y David reconoce que este temor era abrumador para él.
Muchos líderes a menudo creen la mentira que dice que la gente fuerte no debe experimentar miedo, así que les es difícil identificar la emoción del miedo y lo llaman enojo, preocupación o algo más. Pero los líderes-siervos aprenden a reconocer el miedo y no tienen pena en reconocer: "Tengo miedo". Saben que jamás responderán correctamente al miedo hasta que no aprendan a llamarlo por su nombre.
El miedo debe ser expuesto. Mientras David reconoce su miedo se lo revela a Dios. “16 En cuanto a mí, a Dios clamaré; Y Jehová me salvará. 17 Tarde y mañana y a mediodía oraré y clamaré, Y él oirá mi voz.” (Salmo 55:16-17) ¡David le expuso su miedo a Dios tres veces al día!
Cuando los líderes reconocen su miedo y lo exponen, pueden comenzar a procesarlo de manera más clara al igual que David. Pueden examinar el miedo y determinar si es un temor racional que los ayudará a evitar un peligro, o pueden encontrar que se trata de un temor irracional que es dañino y basado en información falsa o incompleta.
Los líderes-siervos aprenden a exponer su miedo, pero son cuidadosos de hacerlo con la gente correcta. Ciertamente, al igual que David lo hizo, es apropiado revelar nuestro miedo a Dios, no porque no lo sepa, ¡sino porque debemos reconocerlo! Pero también ayuda que expongamos nuestro miedo a alguien más. Los líderes-siervos buscan a otras personas que los ayudarán a tratar con su miedo de manera correcta. Evitan exponerlo a aquellos que sólo harán que el temor aumente.
El temor debe ser contenido. David les muestra a los líderes que el temor no tiene por qué controlar su liderazgo. Él concluye el Salmo con esperanza. “Echa sobre Jehová tu carga, y él te sustentará … Pero yo en ti confiaré.” David nos enseña a traer nuestros temores a Dios y a confiar en lugar de temer.
El miedo puede lisiar a un líder y dificultar que éste avance. El miedo puede ser real cuando se experimenta una amenza seria. O puede ser algo imaginario como lo que otras personas pudieran llegar a pensar como resultado de tomar una decisión difícil. David les enseña a los líderes-siervos que la solución al miedo ¡es la confianza! El escogió enfocarse en Dios en vez de su temor, y esto lo liberó para confiar en Dios. David se da cuenta que es posible que Dios no remueva todas las cosas que le daban miedo, pero que Dios no permitirá que él sea sacudido.
Los líderes-siervos aprenden a contener su miedo. Se dicen a ellos mismos y a los que lideran: "Podemos tener miedo, pero Dios es más grande que nuestros miedos". ¡Los líderes-siervos cambian su miedo en confianza y continúan liderando! |