La traición es común en el liderazgo y provoca muchas emociones. La traición ocurre cuando una persona cercana a nosotros viola nuestra confianza. La traición por sí misma es una acción, no una emoción. Pero a menudo toma por sorpresa al líder y tiene como resultado muchas emociones como el enojo, el desconcierto, el dolor, entre otras.
Alguien de tu iglesia puede irse y llevarse a algunos de tus miembros con él para comenzar una nueva iglesia. Un socio de negocio puede llevarse algunos de tus clientes y comenzar un negocio que será tu competencia. Un cónyuge puede decidir dejar su matrimonio. Un amigo cercano puede revelar algo que tú le compartiste en confidencialidad. Te enteras que alguien cercano a ti te ha estado mintiendo todo este tiempo. El dolor que estas traiciones producen llega a sentirse como puñaladas por la espalda, y por lo tanto, así también nos podemos referir a ellas.
David, al igual que muchos líderes, experimentó la traición de un amigo. Podremos examinar únicamente una porción de lo que él expresó en el Salmo 55, 12 “Porque no me afrentó un enemigo, Lo cual habría soportado; Ni se alzó contra mí el que me aborrecía, Porque me hubiera ocultado de él; 13 Sino tú, hombre, al parecer íntimo mío, Mi guía, y mi familiar; 14 Que juntos comunicábamos dulcemente los secretos, Y andábamos en amistad en la casa de Dios. 15 Que la muerte les sorprenda; Desciendan vivos al Seol, Porque hay maldades en sus moradas, en medio de ellos. 16 En cuanto a mí, a Dios clamaré; Y Jehová me salvará. 17 Tarde y mañana y a mediodía oraré y clamaré, Y él oirá mi voz. 18 El redimirá en paz mi alma de la guerra contra mí, Aunque contra mí haya muchos.” (Salmos 55:12-18). La experiencia de David les muestra a todos los líderes-siervos cómo tratar con los inevitables tiempos de traición.
La traición debe ser reconocida. David derrama su corazón delante de Dios y declara que si los insultos hubieran venido de algún enemigo se hubiera podido esconder. Pero no, fuiste“...tú, hombre, al parecer íntimo mío, Mi guía, y mi familiar; 14 Que juntos comunicábamos dulcemente los secretos, Y andábamos en amistad en la casa de Dios.” David reconoció las emociones que se agitaron por culpa de esta traición. Estaba enojado, temeroso y con sed de venganza.
Muchos líderes que experimentan una traición saben que están dolidos pero no se detienen a identificar qué están sintiendo. Pero David ayuda a los líderes-siervos a reconocer la traición y a nombrar las emociones que acompañan al dolor.
La traición debe ser manifiesta. David no pretendió negar ni ocultar que estaba dolido por la situación: primero se lo reveló a Dios y luego a nosotros. Dice, "16 En cuanto a mí, a Dios clamaré; Y Jehová me salvará. 17 Tarde y mañana y a mediodía oraré y clamaré, Y él oirá mi voz.” David reveló el dolor de esta traición al escribir estas palabras, y pudo filtrar con Dios la forma en la que iba a reacciónar.
Muchos líderes buscan enterrar el dolor de una traición al trabajar más fuerte o al predicar con mayor ahínco. O revelan su dolor en un arranque de palabras altisonantes que luego lamentan. Los líderes-siervos, como David, exponen el dolor de la traición que sufrieron ante Dios y le piden gracia para poder caminar en ese tiempo.
La traición debe ser contenida. La forma en la que respondemos a la traición moldea nuestro liderazgo. David declara esto al final de este pasaje: 18 “El redimirá en paz mi alma de la guerra contra mí, Aunque contra mí haya muchos.” Reconoció que Dios es quien “redimirá en paz mi alma” y clama a Él para que David pueda continuar en su rol como líder. David aprendió a perdonar y soltar el dolor para poder continuar liderando bien.
Los líderes-siervos aprenden de David a contener la traición para que ésta no impida que ellos lideren como Jesús. Con la gracia de Dios permiten que el dolor de la traición los haga mejores personas y líderes, en lugar de personas y líderes amargos. |