David es conocido como "un hombre conforme al corazón de Dios" por muchas razones. Yo creo que una de esas razones es que pudo expresarle a Dios un gran abanico de emociones de forma correcta. Veremos algunas de las emociones de David en el libro de los Salmos, y veremos qué significan para los líderes Primero, considera la emoción que David sintió cuando huía de su propio hijo, Absalón, para salvar su vida. 7Levántate, Jehová; sálvame, Dios mío; Porque tú heriste a todos mis enemigos en la mejilla; Los dientes de los perversos quebrantaste. 8 La salvación es de Jehová; Sobre tu pueblo sea tu bendición. Selah (Salmo 3:7-8). David no salió caminando de forma apaciguada de Jerusalén; ¡estaba enojado! Todos los líderes experimentan la emoción del enojo y David nos da ejemplo de cómo los líderes-siervos deben liderar cuando están enojados.
El enojo debe ser reconocido.
No es difícil reconocer que David estaba enojado; no hizo ningún intento por ocultar sus sentimientos. Después de una vida de buscar servir a Dios como líder, ahora estaba escapando de su hijo. Su enojo era real. Si él fuera un líder el día de hoy, podría haber dicho: "¡Dios golpea a mis enemigos en la cara, rómpeles los dientes!" Los líderes-siervos aprenden a reconocer su enojo. Se dan cuenta que el enojo es una emoción que todos experimentamos. La emoción en sí misma puede ser buena o mala. A menudo nos enojamos porque nos sentimos lastimados o explotados. En estos casos, el arrepentimiento es la respuesta más adecuada. En otras ocasiones, los líderes pueden sentirse enojados por alguna injusticia o por un pecado. En estos casos, el enojo refleja el corazón de Dios y debe conducirnos a una acción obediente. Muchos líderes tratan de ocultar su enojo, especialmente aquellos que, como yo, han creído que esta emoción es en sí misma un pecado. Puede ser que le llamen de otra forma en la que parezca menos pecaminosa. Puede que reconozcan que están "molestos" o "irritados", ¡pero la verdad es que están enojados! Cuando el enojo no se reconoce, tampoco se le puede dar un manejo adecuado. Reconocer el enojo no es pecado; ¡negarlo sí lo es!
El enojo debe ser expresado.
David expresó su enojo y lo registró para que lo pudiéramos ver miles de años después. Gracias a Dios que David no trató de ocultar su enojo de la forma en que muchos líderes lo hacen. Hay muchas formas de expresar nuestro enojo: algunas son sanas y otras son insanas. A menudo el enojo es expresado de forma abierta en explosiones violentas con palabras ásperas que destruyen relaciones. Muchos líderes reconocen que este tipo de reacción no ayuda mucho, así que intentan suprimir la explosión y en vez, tensan la mandíbula y los músculos que nadie puede ver. Creen que porque la emoción no es visible entonces está bajo control. Pero los líderes-siervos aprenden a manifestar su enojo como lo hizo David. Primero son capaces de decírselos a ellos mismos, y cuando es útil para otros, dicen "estoy enojado". Al expresar sus emociones de formas correctas, sus seguidores aprenden a confiar en ellos como líderes con sentimientos auténticos. La expresión apropiada de una emoción también mejora la salud emocional del líder.
El enojo debe ser contenido.
David reconoció su enojo y lo manifestó para que todos lo pudiéramos ver, pero no permitió que éste controlara su liderazgo; contuvo su emoción. David cambió su enfoque de estar enojado a voltear a ver a Dios. Quería una revancha personal contra sus enemigos pero reconoció que la salvación "es de Jehová". Y termina el salmo ¡con una petición de bendición para su gente! ¡En un mismo verso pasa del enojo a la bendición! Los líderes-siervos aprenden a contener su enojo. Cuando su respuesta es la equivocada, claman a Dios para que cambie sus corazones, con la meta de ser "tardos para airarse" (Santiago 1:19). Piden perdón a aquellos a quienes han ofendido y modelan cómo admitir su propio pecado. Cuando el enojo es la respuesta apropiada a una situación, los líderes-siervos canalizan ese enojo en acción para abordar el problema, e invitan a otros a sumarse a la causa. Lideran como seres humanos con emociones, pero no permiten que su liderazgo se vuelva un liderazgo emocional.
|