Durante esta temporada navideña, los creyentes de todas partes del mundo reflexionan en la historia de cómo Dios entró al mundo como un bebé. Es una historia llena de ángeles, sueños, milagros y admiración. En el centro de la historia podemos ver que María y José viajaban hacia Belén, en donde encontraron un establo donde descansar la noche en que Jesús nació. Aunque hay muchas facetas de esta historia y muchas lecciones de liderazgo, enfoquémonos en el rol de José en esta historia. Sorprendentemente no tenemos ninguna declaración registrada en la Biblia de este hombre. ¡Sirvió en silencio! (Lee su historia en Mateo 1-2 y Lucas 2). Esto no significa que él no hablaba, solamente que nada de lo que dijo fue registrado. Su silencio reta a todos los líderes-siervos a liderar en silencio.
El servir en silencio mejora nuestro escuchar.
El silencio de José lo motivó a escuchar, ¡y a escuchar bien! Cuando estaba considerando cómo responderle a su prometida recién embarazada, escuchó cómo Dios le habló en un sueño. (Mateo 1:18-21). Hubiera sido mucho más difícil escuchar la voz de Dios si él se la hubiera pasado diciendo lo que iba a hacer en voz alta. El plan ya estaba en su mente, pero no había salido de su boca y fue capaz de escuchar y cambiar sus planes. Escuchó nuevamente cuando en un sueño se le dijo que escaparan a Egipto para evitar la ira del Rey Herodes. Modeló a la perfección las palabras de Santiago, posiblemente su hijo, cuando después escribió: "Mis amados hermanos, quiero que entiendan lo siguiente: todos ustedes deben ser rápidos para escuchar, lentos para hablar y lentos para enojarse." (Santiago 1:19). Quizás Santiago aprendió de observar a su padre.
Muchos líderes se enfocan en lo que dicen y pasan más tiempo hablando que escuchando. José enseña a los líderes-siervos que el silencio mejora nuestra habilidad de escuchar. Los líderes-siervos reconocen que cuando están hablando no pueden escuchar.
El servir en silencio eleva a los demás.
"Y al entrar en la casa, vieron al niño con su madre María, y postrándose, lo adoraron; y abriendo sus tesoros, le ofrecieron presentes: oro, incienso y mirra. (Mateo 2:9-11a). ¡José ni siquiera es mencionado en la visita de los magos! Y en muchos otros lugares María es mencionada primero y honrada mucho más. José actuó como un líder fuerte. Tomó a María por mujer después de escuchar al ángel. Nombró a Jesús y lo presentó en el templo. Guió a la familia en viajes internacionales. Pero lo hizo con muy pocas palabras, ninguna de las cuales quedó registradas para nosotros. ¡Su silencio elevó a los demás!
Muchos líderes se elevan a sí mismos al hablar. Los líderes-siervos aprenden que cuando están en silencio otros pueden brillar. Son rápidos para darle crédito a los demás en sus equipos en vez de dirigir la atención hacia ellos mismos. Reconocen que el hablar seguido eleva al que habla mientras que el silencio eleva a los demás.
El servir en silencio alienta la humildad.
Después de la historia de Jesús en el templo, cuando tenía 12 años, no volvemos a oír mencionar a José. María es mencionada algunas veces antes que José y algunas veces es omitido por completo. José sirvió en silencio y no protestó por la falta de reconocimiento de su liderazgo. Este silencio refleja su humildad. Su habilidad de escuchar y elevar a los demás nos muestra el corazón humilde de un líder-siervo.
Muchos líderes hablan y se aseguran que la gente a su alrededor sepa todo lo que han logrado y el impacto que han tenido en el mundo. Pero los líderes-siervos de manera callada y a veces en silencio, lideran con humildad. El silencio alienta la humildad al poner a los líderes en un lugar menos visible.
El silencio de José es un ejemplo oportuno para todos los líderes-siervos. Su ejemplo ciertamente no implica que uno no deba hablar. Pero nos reta a servir más al hablar menos. |