Hemos visto cómo Moisés reconoció las distintas realidades durante su transición y cómo bendijo a Josué, su sucesor. En esta última publicación de la serie veremos cómo Moisés valoró sus relaciones. La historia nos narra el profundo impacto que tuvo su muerte en el pueblo de Israel. 8 Y lloraron los hijos de Israel a Moisés en los campos de Moab treinta días; y así se cumplieron los días del lloro y del luto de Moisés. (Deuteronomio 34:8)
La muerte de Moisés fue un evento monumental para la nación de Israel. Moisés los sacó de Egipto y los lideró por cuarenta años en el desierto. Era el único líder que habían conocido y ahora estaba muerto. Su luto demuestra la profundidad de la relación que Moisés tuvo con la gente.
En los treinta días de luto debieron haber contado las muchas historias de su liderazgo. Recordaron cómo confrontó al Faraón, cómo partió el Mar Rojo, cómo les trajo los Diez Mandamientos, cómo cubrió su rostro brillante después de haber estado en la presencia de Dios, cómo construyó el tabernáculo y cómo ordenó a Aarón. Contaron las historias de cuando sacó agua de la roca, o cuando la tierra se tragó a Datán y Abiram, y cuando levantó la serpiente de bronce para salvarlos de la plaga y cuando designó a los 70 ancianos.
La transición de Moisés nos recuerda a todos que, al final del día, el liderazgo se trata de relaciones. Su liderazgo no se trataba de cuántas personas lideró o por cuántos años. Su influencia no se midió en la distancia que recorrieron de Egipto a la frontera de la Tierra Prometida. Su liderazgo se midió por sus relaciones. En las transiciones, los líderes-siervos aprenden a valorar las relaciones involucradas.
Valora las relaciones de aquellos que has liderado.
Moisés amó a la gente que lideró. Todo el libro de Deuteronomio es su "discurso de despedida" para la gente por la cual él estuvo dispuesto a sacrificar su propio lugar en el cielo (ver Éxodo 32:31-32). Al llegar al final de su trayecto en su liderazgo, tomó un capítulo (Deuteronomio 33) para bendecir a cada una de las tribus. La transición de Moisés revela el duelo por la pérdida de las relaciones que era requerido.
Los líderes-siervos aprenden que parte del valorar las relaciones radica en soltarlas. Una transición en el liderazgo requiere un cambio en las relaciones y el soltar a aquellos a los que has amado. Un líder-siervo puede mantener la amistad de las personas después de dejar su rol de liderazgo, pero reconocen que ya no serán su pastor, jefe, gerente o director. Los líderes-siervos valoran estas relaciones pero no esperan que sigan de la misma forma.
Valora las relaciones con aquellos que van a liderar.
Ya hemos visto cómo Moisés bendijo a Josué, su sucesor, al imponerle manos en presencia de todos. Antes de eso Josué estuvo a su lado mientras cantaba su canción final a la nación (Deuteronomio 32:44).
Moisés honró esta relación y les demuestra a todos los líderes-siervos cómo valorar la relación con su sucesor. Puede haber tensión o rareza en la relación con quien te va a suceder, pero los líderes-siervos honran a su sucesor al rehusarse a escuchar preguntas o quejas de aquellos a los que lideraron anteriormente. Con gracia dirigen la atención de la gente hacia el nuevo líder.
Valora las relaciones del futuro.
La transición de Moisés fue para salir de este mundo. Él entró en una nueva esfera de relaciones eternas. Pero para la mayoría de nosotros, nuestra transición nos llevará de un rol de liderazgo en un grupo o lugar, hacia otro. El tiempo de luto se terminará un día, al igual que el que el pueblo de Israel guardó por Moisés.
Aunque los líderes-siervos lamentan la pérdida de relaciones durante una transición, también anticipan con gozo las relaciones futuras. Su corazón por servir los dirigirá hacia estas nuevas relaciones, y mientras derraman su vida y corazón en esas nuevas relaciones, con el tiempo, éstas nuevas relaciones se enriquecen y fortalecen, de la misma forma como aquellas a las que dejaron atrás.
Los líderes-siervos realizan buenas transiciones. Ya sea que estén atravesando una transición o preparándose para una, aprenden de Moisés a reconocer las realidades, a bendecir a su sucesor y a valorar las relaciones. |