En la última publicación vimos cómo Moisés aceptó las realidades de su transición. Ahora dirijamos nuestra atención hacia Josué, su sucesor.
“Ahora, Josué, hijo de Nun, estaba lleno del espíritu de sabiduría, porque Moisés había puesto sus manos sobre él. Así que el pueblo de Israel lo obedeció haciendo todo lo que el Señor le había ordenado a Moisés.10 Nunca más hubo en Israel otro profeta como Moisés, a quien el Señor conocía cara a cara. 11 El Señor lo envió a la tierra de Egipto para realizar todas las señales milagrosas y las maravillas contra el faraón, contra toda su tierra y contra todos sus sirvientes. 12 Moisés realizó con gran poder hechos aterradores a la vista de todo Israel.” (Deuteronomio 34:9-12).
Moisés bendijo a Josué de varias formas y le enseña a los líderes-siervos cómo bendecir a su sucesor cuando realizan una transición.
Prepáralos bien.
Josué estaba “lleno del espíritu de sabiduría”. Esto vino como resultado de años de invertir y preparar a Josué por parte de Moisés. Moisés compartió responsabilidades con Josué. Proveyó oportunidades para que Josué se encontrara con Dios y para que se codeara con otros líderes nacionales. Josué tuvo la oportunidad de adquirir experiencia en la batalla, cometer errores y mucho más. Cuando llegó el tiempo de la transición, Moisés ya había preparado bien a Josué.
Los líderes-siervos no esperan a que llegue la transición para invertir en las vidas de otros líderes, sino que es parte de su corazón el ver a otros tener éxito. Bendicen a su sucesor al prepararlos bien. En aquellas situaciones en las que el líder no tiene el privilegio de escoger a su sucesor, realizan su mejor esfuerzo para realizar una transición que le permita al sucesor tener éxito. Y hacen todo lo que pueden hacer para preparar a la gente para que sea el nuevo líder.
Los comisionan bien.
Moisés “había puesto sus manos sobre él”. Este acto simbólico fue algo muy importante de parte de Moisés. Al imponer manos sobre Josué, Moisés estaba reconociendo públicamente que él ya no era el líder. Sus manos bendijeron a Josué para tener éxito al transferir su autoridad de liderazgo. El resultado fue hermoso: “así que el pueblo de Israel lo obedeció haciendo todo lo que el Señor le había ordenado a Moisés.”
Cuando los líderes-siervos realizan buenas transiciones, el trabajo de Dios continúa sin interrupciones. Los líderes-siervos no dejan sus roles de liderazgo de manera callada, sino que abiertamente bendicen al nuevo líder y buscan transferir a él o ella la confianza e influencia que ellos mismos desarrollaron con tanto esfuerzo. De forma pública y privada hacen todo lo que esté en sus manos para garantizar el éxito de su sucesor.
Se van bien.
El último regalo que Moisés le dio a Josué fue ¡desaparecer de la escena! No se quedó para evaluar la efectividad de Josué o para señalar sus errores. ¡Se fue! Los líderes-siervos realizan buenas transiciones al irse cuando su tiempo se acaba. Los líderes-siervos no necesitan morir para irse. Permiten que su ego muera y se aseguran de quitarse del camino del nuevo líder. Dejan muy claro que ellos ya no van a servir en su rol pasado. Inclusive, cuando es posible y apropiado toman distancia física de espacio y tiempo para permitir que el nuevo líder tome sus responsabilidades sin interferencia.
Obviamente, existen ocasiones en las que la transición involucra una transferencia gradual de poder y el líder en transición continúa proveyendo algún tipo de mentoría o acompañamiento al nuevo líder. Esta puede ser también una transición sana. Pero siempre habrá un tiempo en el que el quedarse más tiempo hace más daño que bien. Los líderes-siervos están dispuestos a irse y dejar que otros tomen su rol.
Los líderes-siervos anhelan el éxito del grupo al que dirigen. Así que preparan a sus sucesores antes de la transición, y cuando llega el tiempo de la transición, los bendicen con buena preparación y los comisionan públicamente. ¡Después se quitan del camino! |