Utilizamos muchas palabras para describir a los líderes: poderoso, con autoridad, persuasivo, fuerte, valiente y visionario, son las más comunes. ¿Pero alguna vez has escuchado que a un líder se le describa como gentil o lleno de gracia? ¡Es poco probable! Pero Jesús fue un líder "lleno de gracia" (Juan 1:14).
¿Qué es la gracia? Una de las definiciones más comunes es que se trata del favor inmerecido de Dios. Es el favor de Dios para nuestras vidas, dándonos bendiciones que no merecemos. La gracia no es algo por lo que podamos trabajar o merecer, es inmerecida.
Entonces ¿qué significa liderar con gracia? En las siguientes tres publicaciones buscaremos descubrir cómo liderar como Jesús, lleno de gracia.
Pablo escribió estas palabras a las que debemos toda nuestra atención: Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe. Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas. (Efesios 2:8-10).
Pablo escribió estas palabras referentes a la gracia para todos los creyentes, no sólo para los líderes. Pero ¿de qué forma impacta esta obra tan profunda en la forma en la que lideramos? Los líderes-siervos primeramente reciben la gracia.
Los líderes-siervos reconocen que necesitan la gracia de Dios.
Pablo deja muy claro que todos, incluyendo a los líderes, somos salvos por gracia, el regalo de Dios. ¿Por qué los líderes necesitan gracia? Porque los líderes son personas orientadas a la acción, gente que quiere cambiar el mundo. La mayor parte de ellos pareciera que pueden hacer cualquier cosa por sí mismos.
Pero Pablo nos recuerda que no podemos hacerlo solos. Todos nuestros dones y capacidad de liderazgo no son suficientes para ganarnos nuestra propia salvación. Todas las buenas obras que hacemos como líderes no harán una diferencia en nuestro estatus con Dios. Los líderes-siervos reconocen que ellos son los primeros necesitados de gracia.
Los líderes-siervos admiten su tendencia a trabajar en vez de recibir la gracia de Dios.
¿Por qué razón Pablo tenía que enfatizar que lo que Dios hizo por nosotros "no es por obras, para que nadie gloríe"? Reconoce que los líderes tienden a medirse a sí mismos en función de lo que han logrado y se glorían de ello delante de otros. Los líderes miden el éxito en función de lo que tienen o lo que han logrado. Miden el éxito por el tamaño de su visión o por el número de seguidores que tienen. Todas estas métricas le pueden dar estatus al líder, pero esto no es un liderazgo basado en la gracia.
Los líderes-siervos reconocen con humildad que nada de su trabajo es motivo para gloriarse. Reconocen su propia tendencia de jactarse de su trabajo en vez de la gracia de Dios.
Los líderes-siervos aceptan el regalo de la gracia de Dios.
Pablo nos exhorta a todos a aceptar el regalo de la gracia de Dios como la única forma de poder caminar con Jesús. Cuando alguien llega a Cristo por primera vez, es común que la gente sienta una profunda necesidad de la gracia de Dios. Pero con el tiempo, conforme Dios trabaja en nuestras vidas y nos llama al liderazgo, es muy fácil cambiar nuestro enfoque de nuestra propia necesidad de la gracia de Dios a la necesidad que tienen otros de la gracia de Dios. Los líderes-siervos recuerdan que continuamente deben aceptar el regalo de Dios de su gracia.
Recibir gracia moldea profundamente la forma en la que lideramos. Los líderes-siervos ven su liderazgo como un regalo de Dios para ser usado para Sus propósitos. No ven su liderazgo como algo que ellos merecen debido a su buen desempeño. Todos los días, con humildad, aprenden a recibir la gracia como una prioridad en su lista de "cosas por hacer". Hacen una pausa para recordar que todos sus logros en el liderazgo son nada en comparación con la gracia que Dios les ha dado.
Los líderes-siervos lideran con gracia al ser ellos los primeros en recibirla
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