Jesús resistió la primera tentación de utilizar su llamado para proveer para Su identidad y sus necesidades físicas y personales. Así que el diablo le trajo una segunda tentación a Jesús, de la misma forma que lo hará con cualquier líder. "Entonces el diablo le llevó a la santa ciudad, y le puso sobre el pináculo del templo, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, échate abajo; porque escrito está: A sus ángeles mandará acerca de ti, y en sus manos te sostendrán, Para que no tropieces con tu pie en piedra. Jesús le dijo: Escrito está también: No tentarás al Señor tu Dios.” (Mateo 4:5-7). Esta tentación vino al principio del ministerio de Jesús. Él tenía una misión pero aún era desconocido. Aún no tenía seguidores. La tentación consistió en hacer algo dramático que lo promoviera y generara que otros lo siguieran inmediatamente. Todos los líderes son promotores; llaman a la gente a unirse a una misión y eso requiere una visión y la habilidad de influenciar a otros para que lo sigan. Los líderes necesitan carisma* -la habilidad de atraer o influir en los seguidores. La tentación de Jesús, y la nuestra, es utilizar nuestro carisma para promover las cosas equivocadas.
La tentación de utilizar el carisma del liderazgo para promovernos a nosotros mismos.
El enemigo le susurra a Jesús, "Si eres el Hijo de Dios... échate abajo". ¿Qué le está diciendo a Jesús? "¿En realidad eres quien dices ser? ¡Demuéstralo! Produce un milagro y así otros te seguirán". La tentación para Jesús consistió en utilizar Su liderazgo para promoverse a sí mismo. Todos los líderes son tentados a hacer lo que sea para verse bien. Algunos utilizan poderes sobrenaturales que Dios les dio. Otors utilizan sus habilidades físicas para construir su propio reino. Algunos utilizan su poder de persuasión para que otros los sigan. Ganan influencia cuando se hacen ver bien. Pero los líderes-siervos utilizan el carisma de su liderazgo para hacer que otros se vean bien. Promueven la visión que Dios les ha dado en vez de llamar la atención para ellos mismos.
La tentación de utilizar el carisma del liderazgo para llamar a la acción.
La tentación del enemigo fue "échate abajo". Detrás de esto se encontraba la incontestable afirmación: "Si eres un líder, ¡haz algo! Haz que algo suceda y la gente te seguirá. La gente quiere resultados. Demuéstrales lo que eres capaz de hacer". Si Jesús hubiera saltado del techo del templo y aterrizado en el suelo sin hacerse daño, la gente lo hubiera seguido alegremente como a un hombre de acción, ¡como a un líder poderoso! Jesús sabía que el liderazgo involucra acción pero la acción debe estar enfocada en la misión. Un salto hubiera hecho que la gente estuveira lista para actuar pero no hubiera resultado en ningún beneficio para el reino de Dios. Los líderes actúan y sus acciones hacen que los demás los sigan. Toman riesgos por la causa que están promoviendo: ya sea para hacer crecer su negocio, desarrollar a su staff o construir una iglesia. Pero todos los líderes son tentados a promover acciones que construyen su propia imagen en vez de empujar la causa. Se vuelven adictos a la acción y no pueden detenerse a descansar. La acción se vuelve su dios. Los líderes-siervos se rehusan a adorar a la actividad; se enfocan en la misión y actúan sólo para avanzar hacia el objetivo.
La tentación de utilizar el carisma del liderazgo para promover una verdad parcial.
El enemigo citó las Escrituras ¡y esta es la única vez en que dijo la verdad! Pero Jesús le recordó que "también está escrito..." Jesús reconoció que una verdad parcial es una mentira. Los líderes se ven tentados a revelar sólo la parte de la verdad que los hace ver bien a ellos o que será atractiva para los oyentes. Construyen su influencia al hablar solamente aquello que los demás quieren escuchar. Los líderes-siervos se rehusan a utilizar su carisma para engañar a sus seguidores. Promueven la verdad completa sin importar los resultados. ¡Jesús no saltó! Después utilizó su carisma para promover las cosas correctas y exhorta a todos los líderes-siervos a seguir Su ejemplo.
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