Los líderes tienen éxito y muchos de ellos se sienten impacientes por jactarse de lo que han logrado. Jactarse es hablar con orgullo excesivo y provocar ser el centro de la atención. Pero Pablo nos recuerda que "el amor no es jactancioso" (1ra Corintios 13:4). Y nos exhorta a hablar "la verdad en amor" (Efesios 4:15). Así que, los líderes-siervos están llamados a hablar la verdad sin jactarse.
En la última publicación vimos un escenario en donde una persona estaba teniendo éxito, y a ti se te pedía que dieras tu opinión al respecto. (El reto consistía en hablar la verdad sin envidia). Ahora, reflexionemos en lo que dirías si tú fueras el que estás disfrutando ¡de gran éxito!
Imagínate que acabas de completar un gran proyecto en tu iglesia, negocio o profesión. En los últimos seis meses trabajaste duro en ese proyecto y finalmente lo has completado; los resultados son mejores de lo que esperabas, y para muchos, hasta sobresalientes. Tu amigo, quien no sabe nada de tu éxito, se detiene a platicar contigo y te pregunta: ¿cómo van las cosas en tu trabajo? ¿Qué responderás a tu amigo y cómo lo dirás?
Los líderes-siervos aprenden a hablar la verdad en situaciones como éstas pero sin jactarse.
Hablar la verdad sin jactarse requiere balance.
Para muchas personalidades lo más natural es responder a la pregunta de tu amigo con jactancia. Podrías decir algo como: "¡Ni te imaginas, me está yendo extraordinariamente bien. He estado trabajando en un proyecto y ha tenido un éxito mucho mayor al que jamás imaginé. Todo mundo está impresionado y me han estado mandando mensajes de felicitaciones! Y como suena tan bien, continúas diciendo: “Sospecho que lo que hice será anunciado en el siguiente reporte mensual de nuestra organización". El jactarse, por lo general, ¡nos lleva a exagerar la verdad!
Otros líderes pudieran tener una percepción baja de sí mismos o han sido enseñados a ser humildes y pudiera costarles trabajo reconocer el éxito. Quizás responderías a la pregunta de esta forma: "Pues nada demasiado bueno está ocurriendo, ya sabes, las subidas y bajadas del trabajo." En tu intento por evitar jactarte también dejaste de decir la verdad.
Los líderes-siervos aprenden cuál es el balance correcto al hablar la verdad pero sin jactarse.
Hablar la verdad sin jactarse denota madurez.
Al comenzar su peregrinaje, la personalidad de los líderes impacta en su habilidad de hablar la verdad sin jactarse. Pero mientras los líderes van madurando en su peregrinaje, permiten que el Espíritu de Dios moldee sus respuestas. Aquellos que son rápidos para jactarse reconocen que “Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes" (Santiago 4:6). Aquellos que tienden a minimizar su propio éxito aprenden de las palabras de Jesús, “Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.” (Mateo 5:16).
Conforme van madurando, los líderes también aprenden a reconocer que todo lo que pueden lograr es un regalo de Él dado para Su gloria. Aprenden a decir junto a Isaías, “Señor, tú estableces la paz a favor nuestro, porque tú eres quien realiza todas nuestras obras.”
(Isaías 26:12).
Los líderes-siervos demuestran madurez al hablar la verdad sin jactarse.
Hablar la verdad sin jactarse refleja a Jesús.
Jesús hizo declaraciones verdaderas que fueron sorprendentes. “Nadie viene al Padre si no es por mí” (Juan 14:6), es uno de muchos ejemplos. Jesús habló valientemente la verdad aun cuando otras personas interpretaban sus afirmaciones como blasfemias. Pero hizo estas declaraciones sin ningún atisbo de jactancia y siempre le dio la gloria a Su Padre. “Las palabras que yo os comunico, no las hablo como cosa mía, sino que es el Padre, que está en mí, el que realiza sus obras” (Juan 14:10).
Al igual que Jesús, los líderes-siervos aprenden a decir valientemente la verdad, pero sin jactarse. |