¿Qué pasará mañana? ¿Podré pagar todos mis facturas o cuentas? ¿Podré superar todos los obstáculos que estoy enfrentando? ¿Qué pasará si pierdo mi trabajo? Cada líder se enfrenta a este tipo de preguntas acerca de su futuro. Estas preguntas fácilmente pueden conducirnos a un estado de ansiedad— un sentimiento de preocupación o nerviosismo acerca de un evento o amenaza imaginaria.* En esta publicación examinaremos cómo David experimentó la emoción de la ansiedad y qué podemos aprender nosotros los líderes-siervos de su vida.
16 ¿Quién me ayudó a luchar contra los perversos? ¿Quién estuvo a mi lado para luchar contra los que hacen el mal? 17 Si el SEÑOR no me hubiera ayudado, habría sido destruido. 18 Aunque yo dije: «Resbalan mis pies», tu fiel amor, SEÑOR, vino a ayudarme. 19 Yo estaba muy preocupado e intranquilo, pero tú me consolaste y me llenaste de alegría. 20 Dios mío, tú no eres cómplice de jueces corruptos, que usan la ley para hacerles daño a los demás, 21 que se unen para quitarle la vida al justo y condenan a muerte al inocente. 22 Pero el SEÑOR es mi fortaleza, mi Dios y la roca que me protege. 23 Él los castigará por todo el mal que han hecho, los destruirá por su maldad; el SEÑOR nuestro Dios acabará con ellos. (Salmo 94:16-23)
La ansiedad debe ser reconocida. David tiene muchas preguntas y lucha con Dios en este Salmo. Se pregunta si habrá justicia para aquellos que se le oponen. Estas preguntas lo conflictuaban tanto que llegó a sentir que "sus pies resbalaban" y que esa situación lo podría conducir al punto en que le "quitarían la vida". En medio de estas preguntas él reconoce que hay asiedad en su corazón. Usualmente la ansiedad es vista como una emoción negativa, así que es más difícil reconocerla. Es probable que David se haya detenido a preguntarse, "¿qué estoy sintiendo?" Al menos él reconoció su emoción de ansiedad. Muchos líderes no se detienen a reconocer lo que están sintiendo y pudieran no darse cuenta de la ansiedad que hay en su corazón. Pero los líderes-siervos aprenden a reconocer la ansiedad y son honestos acerca de lo que están sintiendo.
La ansiedad debe ser expuesta. David reconoció su ansiedad y la trajo a la superficie. Debido a que la ansiedad no es una emoción sana o positiva, muchos líderes tratan de ignorarla o pretenden que no está ahí o ¡inclusive le cambian de nombre! Pero David es lo suficientemente honesto para admitir que ¡"Yo estaba muy preocupado e intranquilo"! De David podemos aprender que la ansiedad crece en secrecía pero que puede ser tratada una vez que es expuesta. Los líderes-siervos aprenden a exponer su ansiedad. Encuentran a amigos o consejeros de confianza con quien puedan ser completamente honestos. No tienen miedo de decir: "estoy lleno de ansiedad acerca de..." Algunas veces la honesta y simple confesión es suficiente para romper con el yugo de la ansiedad sobre la vida del líder.
La ansiedad debe ser contenida. Todos los líderes al mirar hacia el futuro pueden verse inmobilizados por la ansiedad y las muchas preguntas sin respuesta. Pero la respuesta de David a su ansiedad nos muestra que esta emoción no tiene por qué tomar el control de nuestro liderazgo. Después de exponer su ansiedad, David llegó rápidamente a un lugar de esperanza. El "consuelo" de Dios le trajo gozo y reemplazó la ansiedad. En los versos finales de ese capítulo reconoce que Dios es su "fortaleza" y Aquél que va a tomar control de su futuro.
David nos enseña a enfocarnos en Aquél que controla el futuro en vez de en las mentiras que nuestro enemigo quiere que creamos. Los líderes-siervos aprenden a restringir su ansiedad y a confiar en Dios para su futuro, y acto seguido lideran a los demás con valor. |